Koldo Aldai Agirretxe (San Sebastián 1960). Cursé estudios de Historia y Geografía en la Universidad de Deusto. Soy fundador de Portal Dorado (www.portaldorado.com), cocreador del Foro Espiritual de Estella (www.foroespiritual) y patrono de la Fundación Ananta (www.fundacionananta.org). En 1998 creé la Red Ibérica de Luz (www.redibericadeluz.org).

En Junio del 2000  en Monterrey cocreamos la Red Iberoamericana de Luz. Promuevo desde hace más de veinte años redes espirituales en España e Iberoamérica. Con esa finalidad he recorrido más de diez países, participando en encuentros e impartiendo conferencias. Autor de once libros de poesía, teatro y ensayo, cuento con diferentes premios y distinciones literarias.

Articulista y reportero en publicaciones papel y on-line, dispongo de una página web en la que reúno mis trabajos periodísticos (www.artegoxo.org) (Ahora también www.claraluz.org). Centro mis  esfuerzos en el fomento de alianzas en el ámbito de la nueva espiritualidad y en la convergencia de iniciativas y movimientos a favor del otro mundo posible.

He  aquí algunos de los títulos que he editado: “Aro sagrado. Historia de las redes espirituales” (2000), “Guiño al alba” (2003), , “Testigos de un nuevo Tiempo” (Librería Argentina. Madrid 2005), la “Gran Comunión” (Editorial Nous 2009), el “Corazón de las palabras” (Plataforma Editorial 2010), “Sosteniendo la esperanza” (Editorial Fe adulta 2011), “Un Mundo, una promesa” (Editorial Nous 2011) y “Un pueblo, una promesa” (Editorial Nous 2012), “Testigos de esperanza” (Editorial Monte Carmelo 2013),  “Muda canción de cuna” (Editorial Nous 2014) y “Te elevo mi canto. Espiritualidad y ecología” (Editorial Mandala 2015).

En realidad, quizás bastaría con decir que soy campesino. No puedo colgar títulos en las paredes desnudas de mi cabaña. Fui payaso en el asfalto de Asia y peregrino en las arenas de África. Limpié wateres y brindé en palacios. Me postré en la mezquita, en la estupa, en la sinagoga…, con más reverencia ante la magia inmensa de la vida. Agoté garganta, compartí palabra en su eventual acierto siempre prestada.

Pretendimos revolución en barricada confundida. Anduve por todos los continentes, pero ahora vivo en una aldea perdida. Siembro al alba tomates en el estío y poesía al gusto en el otoño. Me asomé al abismo de la guerra, abracé al niño moribundo, pero no me permití temblor en las letras cursivas, desaliento en ningún punto y aparte… La siembra es de nuestras manos, la cosecha del Viento. No tengo título, ni honores, pero adivino la savia cuando remonta silenciosa los tallos de la esperanza siempre, siempre compartida.